jueves, 24 de enero de 2008

Uno.Dos

Sentí que la situación tomaba otro rumbo solo cuando el acercamiento empezó claramente a no ser tan inocente, inocencia que creí real, porque fue mi condición interior para permitir, ante tu sugerencia, que observaras si mi aro era de oro blanco o de plata.
Cuando mi sentido racional pudo débilmente ponerse en pie, ya habías rodeado mi cuello con un suave y presuntamente frágil roce de tus labios con mi piel, mientras yo intentaba frenar inútilmente un acaloramiento tal que copiaba el ritmo frenético de unos latidos imposibles de enmudecer.
Mi mente apenas pudo hacerse un pequeñísimo espacio para pensar deliberadamente en no desmayarme. Lo que en mis fantasías resultaba muy cotidiano (en ellas te presentabas con complicadas acrobacias, y juegos sexuales violentos y arrebatados), no se comparaba con el simple contacto de una gota de la yema de tus dedos sobre mis brazos. El resto de mi cuerpo emocional y físico sólo pudo seguir la lógica de la irracionalidad animal y el encantamiento dionisíaco.

Pero si la distancia que nos separó por una incontable cantidad de horas fue nula, ahora era indeciblemente inmensa.

Fuimos, los dos, un solo cuerpo, una única sonrisa, un solo ritmo, y la misma explosión, unida, sellada, y fundida en un mismo ser, una y otra vez.

Y ahora solo somos dos, y sos simplemente inaccesible. Ser dos, es mucho menos para mí que ser... Uno...

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miércoles, 16 de enero de 2008

Lluvia

Está lloviendo en el balcón del departamento. Y también veo y escucho unas gotas que caen casi perpendiculares en la ventanita que está en el baño.
Me molesta un poco cuando en las series estadounidenses se hacen los grandilocuentes con efectos especiales como la lluvia, cuando en realidad hay un sol radiante, y se nota. Lluvia y sol en una misma escena.
Pero sí me gusta cuando nada puede ir peor, y Kate y Sawyer encuentran una forma de aliviar sus pesares y darle una bocanada de aire dulce, fresco y perfumado al espectador con un hermoso roce de pieles; piel áspera contra piel suave; un gran cantidad de bellos en todo el torso, contra una delicada y sedosa hilera de pequeños bellos que solo se ven a contraluz en una panza lisa y chata de ella; abdominales fuertes como el acero y debilidades profundas como el corazón despedazado por los filosos colmillos de la indiferencia. Y me gustan estas escenas, aunque tenga la misma lógica artificial que la lluvia generada por los FX en un día de sol.
Pero acá en el depto no pasa eso. Llueve y está nublado. Eso me gusta de cuando llueve en la realidad.
Y tampoco va a pasar que sufriendo mucho mucho, como en las series, me encuentres llorando al costadito del placard, sentada y encerrada sobre mi misma. Va a seguir lloviendo, y voy a seguir llorando. Y que no vengas, no me gusta que pase en la realidad.
Si algo envidio de la omnipresencia del espectador es que sabe siempre donde está cada uno de los personajes.
Y si algo no me gusta de mi realidad es no saber cómo está cayendo esta lluvia sobre vos. Me consuela pensar que las mismas gotas que tocaron tus manos y tus ojos volverán a ser lluvia y podrán, esta vez, caer sobre mi pecho y mis labios.

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lunes, 31 de diciembre de 2007

El Beso

"No quiero verte nunca más"... y a esa frase la siguió un largo beso arrebatado por un desesperado "él" que no quiere dejar escapar a una indecisa "ella". Y al beso lo siguieron supuestas y elípticas largas horas de sexo sensual, desesperado, pero prolijamente representado, sin sudores, sin vello púbico, sin olores, sin tacto para mí sobre esos cuerpos: con la sóla estimulación de mis ojos y mis oídos que hicieron despertar en mí todo un mundo de deseos y dulce excitación de sábado post-siesta. Y se cortó la luz. Y con la luz, se fue la peli. Y la oscuridad me trajo ganas de abrazarte, sólo para demorar un largo y profundo beso posterior. Miro tu foto, y después la nuestra. Miro el cálido encuentro de los labios de Florencia y Martín, en el edificio de enfrente, aquel del que ya les he hablado en alguna ocasión anterior. Y ese instante de besos se congela mientras observo sellarse las bocas de Martín y Florencia; o las nuestras, mientras miro nuestra foto; o las esculpidas por Rodin, mientras un guardia de seguridad recorre la obra circularmente en el Museo Nacional de Bellas Artes. Las de "él" y "ella" en algún punto del DVD... Vino la luz en mi departamento. Y encegueció mi mirada fija en una oscura y luminosa calle de Buenos Aires, mientras creo verte pasar, a unos 9 pisos de distancia abajo. Y escucho el timbre. ¿Me tocaste el timbre? ¿Sos vos en carne y hueso, o sos vos, simplemente el de la foto, el de mi imagianción?...

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sábado, 29 de diciembre de 2007

Ella es Florencia, historia de una metamorfosis nocturna

Florencia tiene unos 23 años. Ella es extremadamente grácil, activamente esbelta, consciente de sí misma y de su belleza, y a la vez, descontracturada y fresca. Al igual que ella, su departamento es luminoso durante el día, y la oscuridad nocturna y todo el atractivo de la luz artificial de las calles, lo invaden durante las noches. Es su lugar, su hábitat, donde duerme, vive, respira, desea, conquista. Por ello, Florencia y el piso que ella misma compró con su dinero, comparten una especie de mímesis: la transformación que suponen el día y la noche; un juego de opuestos necesarios, como lo son la luz y la oscuridad, o Florencia y su departamento. O como lo son también Florencia y Martín: ese hermoso chico convertido en hombre que estoy viendo desde mis binoculares acercarse con sus manos a la cintura de Florencia, y con su boca al suave y delicado cuello de ella que invade con un suave perfume las ansias de besos dulces de Martín...

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viernes, 28 de diciembre de 2007

Tuve mi primera vez... en este blog

Historias ocurren a toda hora y en todo lugar. Algunas se terminan y de ellas se alimentan las que están empezando... Una incontable cantidad de amantes apasionados se entrecruzan desordenada y febrilmente para formar una gran red de fantasías, cumplidas e incumplidas...